Desde la Revolución Francesa se vienen escuchando las voces de las mujeres, acompañadas, casi siempre, de acciones que subvierten de manera individual y colectiva, la sociedad y la cultura patriarcales. Mujeres como Olimpia de Gauche, Virginia Wolf, Simone de Bouveaur, entre miles, reclamaron para las mujeres derechos ciudadanos, civiles y políticos, los derechos sexuales y reproductivos, el derecho a la educación, a las artes y a las letras, el derecho a un trabajo remunerado, el derecho a administrar sus propios bienes.
En Colombia, durante todo el siglo XX, las mujeres con sus palabras recorrieron los caminos del país, tratando de hacerse visibles, reclamando derechos, participando en los movimientos sociales y políticos, en los nuevos escenarios del arte y la literatura; paulatinamente las mujeres fueron accediendo a los derechos; en las primeras cinco décadas, las mujeres trabajaron arduamente por el derecho al sufragio y en general por los derechos civiles y políticos, por el derecho a la educación, al trabajo remunerado, a la igualdad jurídica con los hombres.
Desde los años sesenta, en Colombia como en el resto del planeta, las mujeres empezaron a plantearse nuevos interrogantes; esta vez, aparece la pregunta por el cuerpo, por la autonomía, por la salud, por la política, por la justicia social; las colombianas estaban accediendo en un número creciente a la educación superior; lentamente Antioquia vio crecer el grupo de mujeres profesionales médicas, abogadas, sociólogas, historiadoras, psicólogas, pero también creció el número de mujeres obreras, sindicalistas y de militantes vinculadas a movimientos sociales; todas ellas, desde sus diferentes posturas y saberes, cuestionaron fuertemente la condición y la posición de las mujeres e iniciaron una tarea que aún no termina por los Derechos de las mujeres.
Dentro de esta diversidad de mujeres, se consolida entonces en el país y en el departamento el movimiento social de mujeres, donde el movimiento feminista asume las banderas de los Derechos Humanos de las Mujeres con un énfasis grande en sus Derechos Sexuales y Reproductivos y en su Salud Sexual y Reproductiva. Luego del Primer encuentro Feminista Latinoamericano realizado en Bogotá en 1981, varios colectivos de mujeres feministas se consolidaron en el país, agrupadas con diferentes nombres y teniendo como característica principal, la gran diversidad de posturas, condiciones y posiciones de las participantes.
En Medellín, a principios de los ochenta las mujeres fueron construyendo espacios para el estudio, el debate y la reflexión, pero también para la denuncia pública y para la incidencia en los distintos escenarios académicos, políticos, laborales y sociales, en los que estaban inmersas; nace así la Colectiva de Mujeres como un espacio de encuentro donde las mujeres reflexionaban y debatían acerca de los diferentes temas que afectaban la vida de los sectores femeninos de la ciudad, del país y del mundo.
En el marco de la Colectiva de Mujeres de Medellín, algunas mujeres, especialmente médicas, abogadas, enfermeras, psicólogas, entre otras, hicieron el énfasis en los temas referidos a la salud sexual y reproductiva de las mujeres y en los Derechos que les sustentan. El cuestionamiento tanto a la discriminación y violencia contra las mujeres, como a una cultura que expropia y sataniza su cuerpo, a la ciencia y a las disciplinas académicas, especialmente las del Área de la Salud, desarrolladas a partir de una mirada androcéntrica, dio origen a una de las primeras organizaciones mixtas feministas de la ciudad a la que fundaron bajo el nombre de Salud Mujer.
Además, en los años 80’, eran escasas las instituciones que de manera especial, promovieran la defensa y el ejercicio de los Derechos Sexuales y Reproductivos en la ciudad de Medellín, lo que se constituyó en otra razón importante para la creación de la Fundación Salud Mujer, en el año de 1986.
Carmen Posada, Dilia Rodríguez, María Cecilia Alzate, Miriam Zuluaga, Margarita Inés Quiroz, Beatriz Duque, activistas del Movimiento Social de Mujeres, acompañadas de William Botero y Wilson Quintero, fueron quienes, por su formación académica, trayectoria laboral, motivaciones personales, y comprometidas con la salud y los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, fundaron a Salud Mujer. A partir de la reflexión sobre los niveles de incidencia en los escenarios familiares, sociales y políticos, de la búsqueda de relaciones más equitativas, respetuosas y dignas, y en el entendido de que es allí, en los ámbitos público y privado, donde también se reproducen las valoraciones, concepciones y roles sobre hombres y mujeres, se puso en evidencia la necesidad de incluir a las niñas, a los niños, a los hombres, a las personas adultas y a la sociedad en general, en los procesos de transformación hacia la realización de los Derechos Humanos y de los Derechos Humanos de las Mujeres.
Es por ello que, a partir de 1989, la institución cambia de razón social y pasa a denominarse: Centro de Recursos Integrales para la Familia - CERFAMI- que recoge las apuestas políticas de la fundación Salud Mujer referidas a los Derechos Humanos de las mujeres, incluye a otros grupos sociales discriminados en sus demandas y denuncias y amplía la cobertura en la oferta de atención y servicios.
El Centro de Recursos Integrales para la Familia CERFAMI, se formó entonces en octubre de 1989 y obtuvo su personería jurídica en Mayo de 1990. Desde entonces, CERFAMI continúa comprometida con los Derechos Humanos de las Mujeres, con el mejoramiento de la salud y los derechos sexuales y reproductivos en Colombia, con la promoción de la equidad social y de género y con la eliminación de las violencias, en especial, las violencias contra las mujeres.
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